Cuando escucho de capacitaciones de liderazgo y emprendimiento, gestión de competencias, etc. realmente me cuesta imaginar de qué están hablando. Quizás para otras personas resulte sencillo, pero me gustaría compartir la experiencia que me ayudó a comprender un poco más a qué se refería mi profesor guía cuando nos decía que, como trabajaremos en el marco de una capacitación sobre estos temas, debemos incorporar en nosotros un estilo de trabajo que diferencia a un sujeto emprendedor de otro que no lo es. En un principio este estilo de trabajo emprendedor me pareció ser visible y claramente identificable en el discurso de un empresario y, aunque en muchas circunstancias puede que realmente lo sea, existen ocasiones en que errores en la interpretación pueden perjudicar una real comprensión del fenómeno en su totalidad.
Hace unas semanas atrás, junto con
Rosario, mi compañera de tesis, entrevistamos a dos micro empresarios, uno que había realizado una capacitación sobre liderazgo emprendedor, y otro que no había recibido tal capacitación. Durante la entrevista la diferencia se hizo notar, aquellas características de las cuáles nos hablaba el profesor sobre un cambio en el estilo de trabajo se hicieron palpables en el discurso de ambos entrevistados, principalmente las diferencias se apreciaban desde los estados de ánimo. Mientras la sujeto que no había recibido la capacitación declaraba estar desmotivada y sin ánimo para trabajar, por otra parte el entrevistado que había realizado el curso se mostraba con ánimo, principalmente cuando declaraba sentirse feliz de sus producciones y motivado a seguir aprendiendo y escuchando al cliente.
Sin embargo, luego de una clase en donde conversamos sobre las entrevistas, todo el equipo a cargo de la realización de la memoria reparamos en la importancia de no atribuirle necesariamente cualidades a los sujetos, aunque estas vengan declaradas como afirmaciones por ellos.
Vivimos en un mundo gobernado por las afirmaciones, en donde la fuerza de la palabra cobra un poder inigualable que no nos deja mirar otras opciones. Muchas veces nos decimos: "Yo no puedo hacer esto" o "no me creo capaz de aquello" constituyéndose así como una realidad inalterable a la cual nos vemos obligados a aceptar. De igual manera cuando a un empresario le dicen "Tu producto es feo" o "Lo que vendes no me sirve", como muchas veces lo hacemos nosotros, el juicio es adquirido como una realidad y por tanto las posibilidades de cambio parecen imposibles.
Pero, vista desde una mirada emprendedora e innovadora, las declaraciones son declaraciones y las afirmaciones poco o nada tienen de las anteriores. He aquí justamente el error de todos nosotros al vivir bajo la panacea de las afirmaciones ya que, de hecho, son contadas las veces en las que realmente podemos enunciarlas. Mientras que, aunque no lo creamos, lo que vamos diciendo como afirmaciones por el mundo como "Este tipo es pesado" o "El día está nublado" corresponden a meras declaraciones que se encuentran estrechamente ligadas con los juicios y subjetividades de cada individuo.
Si logramos comprender esto y además podemos utilizarlo en nuestro trabajo y en nuestra vida personal, lo más probable es que los malos entendidos, las interpretaciones, el "yo pensé que", los errores de coordinaciones, y el sin número de peleas producto de discursos mal elaborados no sólo se solucionarían rápidamente, lo más probable es que disminuirían considerablemente.
Es así como surge la pregunta: ¿Qué podemos hacer para revertir esta situación? La respuesta es simple, debemos aprender a preguntar. Ésta, es la única vía por la que podamos entender realmente lo que la otra persona (sea un amigo, una pareja, un familiar o un cliente) nos trata de decir.
De esta manera reintroduzco el tema de las entrevistas a los micro empresarios. Si bien, muchas de las declaraciones que nos señalaron durante el transcurso de la conversación en algún momento me parecieron obvias y creí entender perfectamente lo que ellos me trataban de decir, quizás en muchas ocasiones bastaba con preguntar por qué es que te sientes motivado o abúlico para así lograr interpretar asertivamente lo que me intentaban explicar. Estoy convencida de que ésta sería lo única forma de poder comprender qué tiene en mente el sujeto cuando me habla sobre un tema. Es así como, siguiendo el ejemplo anterior y uniendo éste a una mera declaración y no a una afirmación, sería pertinente preguntarse qué es lo que esa persona particular considera estar motivado, y por otra parte, esta motivación o en su defecto, desmotivación no es una realidad concreta, fija y por tanto invariante, sino al contrario, un aspecto dinámico y susceptible de cambio. De igual manera, los productos no SON feos o inservibles, quizás al cliente no le gustaron o en este momento no le sirven, pero eso no quiere decir que el día de mañana no le vayan a gustar o los vaya a necesitar. Pero, la única manera de llegar a un cambio de percepción es preguntándole por qué no le agradaron y luego operar bajo ese criterio en vez de asumir que ya está todo dicho y que no habrá forma de hacerlo cambiar de opinión.
Creo que esta enseñanza (que agradezco haber tenido en los principios de mi proceso de memoria) no sólo me va a ayudar a desarrollar una comprensión más acabada de las situaciones, sino también a incentivar la curiosidad tan necesaria para la innovación y un cambio de estilo, que sin lugar a dudas me ayudará en calidad de psicóloga y por sobre todas las cosas, en mi condición de ser humano.